Tanto tiempo, tantas recetas preparadas, tantos cambios...
¿Por donde empezar? Tal vez por que he dejado de comer carne, tras una genial cena (carnivora) de Navidad. Tal vez por que me vuelvo a Bélgica en septiembre. Tal vez por la necesidad de hacer cosas diferentes, más conscientes con el entorno.
Empecemos por el principio. Creo que el principio de todo llegó hace 3 o 4 años con Laure-Anna y sus caramelos de mantequilla salada provenientes de la Bretaña francesa. Puede que fuese él quien despertase mis ganas de volar. Ahora es la base de muchas delicias.
Hace poco di el paso y me propuese hacerlo casero. No era capaz de imaginarme lo facilísimo que es. Le da un toque especial a todos los dulces que acompaña (¡Y a cucharadas es una deliciosa y maliciosa perdición!) Hice mucha cantidad porque como conserva bien lo utilicé durante una semana en varios postres.
Ingredientes: (podéis hacer solo la mitad)
◦400gr de azúcar blanca.
◦200gr de mantequilla con sal (o sin sal y luego le echáis la sal)◦240ml de nata a temperatura ambiente.
Elaboración:
Calentáis a fuego medio-bajo el azúcar removiéndolo hasta que comience a hacer grumos, acto seguido, dejáis de remover hasta que se termine de derretir completamente. Añadimos la mantequilla y removemos hasta que se integre por completo. Por último, añadimos la nata, removemos y dejamos que hierva durante un poco más. Lo retiramos del fuego y lo dejamos enfriar en el bote donde lo vayamos a conservar.
Cuando este frío ya podréis guardarlo en la nevera.
Como veis es súper fácil y lo podemos utilizar como acompañamiento para tortitas, en tartaletas con chocolate, en brownie, para rellenar bombones... También podéis comerlo en tostadas... aviso que es muy adictivo y aunque he evitado hacerlo da ganas de comérselo a cucharadas.
Oh là là, la France siempre dejándonos delicias. ♥
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